La Disbiosis se sitúa entre enfermedad y teoría
Disbiosis es la "enfermedad" que presenta irregularidades microbianas sobre o dentro del cuerpo. La disbiosis es más prominente en el tracto digestivo o en la piel, pero también puede ocurrir en algunas superficies expuestas o en las mucosas como en la vagina, los pulmones, la nariz, los senos, las orejas, las uñas o los ojos.
¿Es una enfermedad?
Las comillas en la disbiosis como en enfermedad se refiere a que no está registrada en el CIE. Es decir, está catalogada como enfermedad poco común, pero es debido a la falta de estudios al respecto. Con los avances en genética ahora podemos identificar bacterias anaerobias sin necesidad de un difícil cultivo anaerobio muy costoso. Gracias a estas técnicas se está relacionando la disbiosis con otras patologías que no están bien estudiadas, como son la enfermedad de Crohn, el síndrome del intestino irritable, el cáncer colorrectal o el hígado graso no alcohólico. Y con otras más estudiadas como la obesidad, la diabetes o la aterosclerosis. Incluso se han dado correspondencias con enfermedades mentales como la depresión, el insomnio, el autismo y la pérdida de líbido. Muchos autores equiparan a la relación con nuestro microbioma como un segundo cerebro.
El equilibrio entre las poblaciones.
En pequeñas cantidades las colonias microbianas se establecen en nosotros siendo benignas o beneficiosas en la mayoría de los casos. Este beneficioso y adecuado tamaño de las colonias microbianas realizan una series de funciones en nuestra homeostasis provechosas y necesarias. También protegen el cuerpo de la penetración de microbios patógenos. Estas colonias microbianas beneficiosas también compiten las unas contra las otras de modo que ninguna colonia microbiana específica domina.

Cómo evitar la Disbiosis de nuestro microbioma
Para cuidar nuestra flora debemos conocerla un poco. Ya se han realizado numerosos estudios en la búsqueda de su funcionamiento e identificación. Para distinguirlas las dividiremos en "buenas" y "malas", aunque no es correcto puesto que todas son buenas y necesarias pero en un número poblacional determinado.
Las buenas son las protectoras o lácticas, las inmunomoduladoras y las muconutritivas. Producen agua oxigenada e inductores de respuesta inmunitaria. Mantienen la estructura de barrera propia del intestino. Liberan ácidos grasos de cadena corta que suponen el 90% de la nutrición del epitelio intestinal y producen en él la expresión de genes protectores. El ambiente ácido que crean corrige la liberación de amoniaco por las malas transformándolo en amonio.
Las malas son fermentadoras de proteínas, producen aminas biógenas, amoniaco y otros productos tóxicos. Lo nocivo de las "malas" es que lo hagan en demasiada proporción, ya que como he mencionado antes, son necesarias y en densidades bajas también tienen efectos positivos para nuestra salud. El sobrecrecimiento de proteolíticas induce a la inflamación y a la alteración de la permeabilidad del intestino. Su mantenimiento en el tiempo se expresa con sobrecarga hepática, con alteraciones metabólicas y la aparición de alergias tipo III a muchos alimentos.
Alimentos para nuestra flora intestinal.
Para cuidar a las que más nos favorecen, y que a su vez controlan el número de las que nos pueden hacer enfermar, podemos consumir alimentos probióticos y prebióticos y suplementar las bacterias que nos faltan en número. La garantía es llevar una alimentación equilibrada, es decir, volver a comer fruta y verdura diariamente, 5 raciones al día, y aumentar la fibra dietética, con la sustitución de los productos refinados por las integrales. Y ahora, poco a poco:
PROBIÓTICOS: Son alimentos que contienen bacterias, ya que se han usado para manufacturarlos. Estos son yogures, kéfir y otros fermentados, como encurtidos, chucrut, etc.
PREBIÓTICOS: Son alimentos ricos en fibras solubles y fructooligosacáridos que favorecen la nutrición y el establecimiento de las bacterias buenas. Se pueden incluir aquí la sopa miso, el chocolate negro, las algas y el vino, los cuales favorecen la nutrición de las bacterias buenas existentes.
LA FIBRA: Esta presente en todos los alimentos vegetales, en menor o mayor proporción, debido a las técnicas para industrializar los alimentos muchas veces se elimina la fibra para su uso, como en las harinas blancas refinadas para hacer pan blanco. Siempre deberíamos habituarnos a comprar los alimentos más naturales o integrales, así los tenemos en casa disponibles. Además comer todos los días 2 platos de verduras y 3 raciones de frutas, asegurando así que nuestras bacterias "buenas" tengan su ración de fibras solubles e insolubles.
SUPLEMENTOS: A veces es necesario tratar la disbiosis con los mismos organismos que componen nuestra flora bacteriana, con "medicamentos" a base de bacterias y que no están presentes en los alimentos o que podamos "alimentar" con ciertos nutrientes. Siempre que uses alguno de estos productos que sea bajo la prescripción y seguimiento de un profesional.