Comunicación intestino-cerebro.
La comunicación se produce en ambos sentidos, desde el intestino al cerebro y viceversa. Es una red comunicativa muy activa. Las sustancias químicas que intervienen en la transmisión de la información proceden de forma muy directa de los nutrientes que obtenemos de los alimentos. Estos nutrientes sufren una serie de transformaciones por parte de las células intestinales y la flora intestinal. De aquí se obtienen una serie de sustancias, lo que podemos denominar neurometabolitos. Éstos alcanzan nuestro cerebro por vía nerviosa o sanguínea.
Veamos algunos ejemplos.
La serotonina es el neurotransmisor que influye en nuestro estado de ánimo. Ésta procede de una proteína que obtenemos de los alimentos, el triptófano. Las especies lactobacilus y bifidobacterium, son capaces de transformar el glutamato de las proteínas que ingerimos con la comida en ácido gamaaminobutírico (GABA). GABA es el principal neurotransmisor inhibidor del cerebro, influyendo en el estado emocional y en la capacidad cognitiva. Otras bacterias producen noradrenalina y acetilcolina, otros de los dos neurotransmisores principales del cerebro.
Cuando la flora intestinal se altera, también se altera la producción de estos neurometabolitos, lo que repercutirá en nuestra función mental. Hay numerosos estudios que confirman estas hipótesis. En éstos se ha logrado provocar cambios en el comportamiento de los ratones administrándoles ciertos microorganismos.